EL OASIS de Bahaa Taher
CUADRO DE CONTENIDO |
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Recreación del oasis de Siwa en el s. XIX © MJ RU1Z + IA |
Traducido a más de 8 idiomas, este libro ha dado el reconocimiento internacional a Bahaa Taher, quien había estado censurado por el régimen militar egipcio durante décadas.El editor
Ficha
TÍTULO: El oasis
TÍTULO ORIGINAL: واحة الغروب
AUTOR: Bahaa Taher
IDIOMA ORIGINAL: Árabe
TRADUCTOR: Ignacio Gutiérrez de Terán
EDITORIAL: Turner
COLECCIÓN: Kitab
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2013 | 1ª Ed. 2006
ISBN: 9788415832478
GÉNERO: Novela, Histórica, Drama
Nº DE PÁGINAS: 315
Sinopsis
Así concibe Mahmud, protagonista de la novela, la orden que recibe del gobierno egipcio de trasladarse al oasis de Siwa, donde deberá imponerse como prefecto de policía. Allí, donde otros tantos como él cayeron, se dirigirá acompañado de su esposa Catherine, una irlandesa obsesionada con la Historia y con encontrar la tumba de Alejandro Magno, supuestamente oculta en aquel desierto. Un desierto que con un único y sencillo soplido podría enterrarlo todo y a todos bajo el peso de sus dunas.
Yo comento
Llegué a esta novela —una vez más de rebote— mientras buscaba autores nacidos en Giza para uno de mis retos. Y aunque no fuese mi primera opción, me decidí por él a causa del tamaño de la obra y a la inicial del apellido del autor —una letra aún vacía para Autores de la A a la Z 2024—, pues la del escritor del primer libro escogido —un Premio Nobel nada menos— ya estaba cubierta.
No supe enseguida que sería la quinta entrega del último reto al que me he unido este año, LA VUELTA AL MUNDO EN DOCE LIBROS 2024. ¡SIN LÍMITES!, pero terminé por decidirlo así —más pronto que tarde— tras leer sus primeras páginas. Y como ya es tradicional en esta aventura, comenzaré con un acercamiento al lugar y tiempo concretos adonde nos lleva la quinta escala de este apasionante viaje literario alrededor del mundo, y que —en esta ocasión— es la archiconocida...Giza, Egipto
Ocupa una porción de territorio situado en el lado oeste del Nilo —próxima a su delta—, formado por las que fueron tierras cultivables e inundables, y por una meseta desértica. Siendo esta última el lugar elegido por los faraones de la IV dinastía —Keops, Kefrén y Micerinos— para construir sus monumentos funerarios en forma de pirámide.
Esta necrópolis es de sobra conocida, pues ha sido inmortalizada millones de veces —por otras tantas personas de todo el mundo— desde que fue redescubierta por los ingleses en los tiempos del Egipto moderno —justo ésos en los que transcurre la trama de la novela— y en los que el conjunto —incluida la esfinge— lucía bastante deteriorado y, sobre todo, semienterrado bajo toneladas de arena. Como también lo estaban las mastabas, los templos y el resto de estructuras complementarias en torno a las pirámides.
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Necrópolis de Giza a finales del siglo XIX |
El paso de los siglos y los avatares del pueblo egipcio —cuyas tierras fueron codiciadas a lo largo de la historia por algunos de los mayores imperios que han existido, como el romano, el bizantino, el otomano, el francés o el inglés— habían hecho de las suyas. Y el esplendor inicial de las necrópolis y campos de pirámides —Giza, Abusir, Saqqara y Dahshur— había desaparecido cuando los protagonistas de esta novela pasaron por todas ellas —con la cáfila de Kirdasa— al comienzo del viaje a ese oasis aislado en el extremo noroeste del país en donde transcurre la trama.
Fueron decenas las pirámides erigidas —a partir del siglo IV a.C.— a lo largo de la ribera oeste del Nilo durante el Imperio Antiguo y en torno a la que fue su capital —Menfis— durante casi 1000 años. Más allá de la franja fértil del río y en el extremo más septentrional del conjunto de las necrópolis de Menfis, el faraón Keops mandó levantar en último lugar la mayor pirámide del mundo —la Gran Pirámide de Giza—, considerada la última superviviente de las siete maravillas del mundo antiguo y la más importante de Giza. Junto a ella, otras dos pirámides faraónicas de menores proporciones, varias muy pequeñas dedicadas a las reinas y una esfinge —la Gran Esfinge de Giza— completaban las construcciones más sobresalientes de la necrópolis homónima. Sin duda, un conjunto impresionante, y evocador de enigmas y leyendas.
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Necrópolis de Menfis, la ciudad en el centro, y la de Giza en el lado derecho. Dibujo © Jean-Claude Golvin |
Pero Giza —a finales del siglo XIX— no solo era esa necrópolis tan atrayente para los occidentales, también era una ciudad modesta situada a las orillas del Nilo, que había surgido a partir de un pequeño pueblecito de camino entre Menfis —la capital del Imperio Antiguo— y Heliópolis —un importante centro astronómico— en dirección norte, y entre El Cairo y la necrópolis en dirección oeste. Un pueblecito que estuvo rodeado —durante siglos— de otras aldeas rurales y de pequeñas comunidades de agricultores y pescadores.
Blanco de las conocidas y periódicas inundaciones del Nilo —especialmente en las tierras bajas— cobró importancia después de la conquista musulmana en el siglo VII —al tiempo que Menfis perdía su hegemonía y era abandonada—. Los musulmanes la fortificaron y construyeron varias mezquitas dentro de sus muros pero, a finales del XIX, seguía rodeada de tierras de cultivo que se extendían a lo largo del río, y entre sus terrenos y los de la necrópolis.
Muy cerca de allí —en unas tierras muy próximas al norte— Ismail Pasha —el virrey de Egipto a mediados del XIX— había construido un palacio rodeado de jardines que enseguida convirtió en la primera sede del Museo Egipcio, para albergar todas la antigüedades egipcias que se iban desenterrando en toda suerte de excavaciones.
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Primera sede del Museo Egipcio en el siglo XIX en el Palacio de Ismail Pasha en Giza |
Seguramente, nuestra protagonista paseó por sus salas mientras se empapaba de cuanto conocimiento sobre egiptología se ponía al alcance de su ávida necesidad de saber. Eso, mientras estuvo abierto, y antes de que fuera trasladado al viejo Cairo.
Era una fiebre compartida con muchos otros occidentales que quedaron fascinados con las ruinas y los demás hallazgos, y que supieron ver en ellos lo que sus legítimos herederos —por ignorancia o por proximidad— no llegaron a valorar, al menos no de igual modo. Quizá pensaron: «Han tenido que venir esos malditos ingleses a decirnos lo que había de valor en nuestro país.». Igual que hicieron los personajes de ‘El oasis’:
[...] debemos aprender mucho de los ingleses. Fíjese, señor, hasta los restos arquitectónicos de los egipcios antiguos tienen que venir a enseñárnoslos los ingleses. No sabemos nada de nuestra propia historia.
He aquí, pues, los restos de nuestra gloria antigua, redescubierta por los ingleses para que sepamos cuán grandes fuimos en el pasado y cuán pequeños somos hoy.El oasis
Los ancestros no lo hicieron mal. Pero sus descendientes… solo sirven para ser colonizados.
A partir de ahí, iba a irse moldeando una nueva y gran ciudad —la Giza actual— y un nuevo país —el Egipto moderno— basados en esa irresistible atracción extranjera por las pirámides y la egiptología —la gallina de los huevos de oro— que convertiría a Egipto en un compendio de estereotipos donde el exotismo y la fascinación generados por esta nueva ciencia resultarían de lo más atrayente para los foráneos.
El autor
Bahaa Taher —el autor de ‘El oasis’— siempre quiso ir por otros derroteros y aquí nos pinta una situación difícil para sus oriundos debido a la ocupación británica de finales del XIX, llevada a cabo so pretexto de solucionar la ruina económica del país, producida por una enorme deuda generada por la mala gestión de la construcción del canal de Suez. Un tema complejo en lo económico, pero también en lo político y en lo social.
Nos enseña un país del que muchos de sus habitantes querrían huir porque no les gusta, porque les resulta incómodo, injusto y hasta desconocido. Algo que también le sucedió a él —en primera persona— cuando le prohibieron escribir debido a sus ideas políticas izquierdistas, expresadas en voz alta en su programa de radio. Y él lo hizo. Durante un tiempo se buscó la vida como traductor en algunos países circundantes y terminó haciéndolo durante bastantes años en Suiza, trabajando para las Naciones Unidas.
No obstante, pudo regresar y volver a escribir en su tierra hacia finales del siglo XX, y fue entonces cuando se hizo realidad su reconocimiento a nivel nacional obteniendo el Premio Estatal al Mérito en Literatura en 1998 —máximo galardón literario egipcio— y algunos premios internacionales que dieron a conocer su obra al resto del mundo. El último, justamente, por ‘El oasis’ —Premio Internacional de Narrativa Árabe 2008— que le permitió mostrar a todos el Egipto que él realmente quería dar a conocer.
Estructura
Algo que hace al contar esta historia, usando el recurso de las primeras personas —lo expreso así porque son cinco los narradores—. Esta manera de hacerlo le infiere una enorme velocidad a la trama y la posibilidad de conocer todos los puntos de vista. Del lado femenino y del lado masculino de la pareja protagonista. De los jefes de las tribus locales… Aunque también haya quien nos habla desde el más allá —otra audacia por parte del autor— rozando un poco el realismo mágico, y recordando otro poco a Juan Rulfo en su Pedro Páramo.
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Recreación de la visita de Alejandro Magno al oráculo del templo de Amón © MJ RU1Z + IA |
Dividida en dos partes, la novela nos muestra cómo los personajes han llegado a donde están. Cómo temen un futuro inevitable. Cómo se van descubriendo a sí mismos poco a poco. O cómo quieren que los dejen descansar en paz. Utilizando recursos que comprenden sueños, leyendas, ideas místicas y realidad. Porque el prefecto de la policía existió e hizo lo mismo que el personaje de la novela. Un hecho sorprendente que causó la curiosidad de Bahaa Taher y le impulsó a novelarlo usando sus propios argumentos.
Personajes
Así, el autor nos muestra a una mujer independiente y muy avispada que no encuentra obstáculo insalvable cuando se trata de adquirir conocimientos sobre su adorada egiptología, incluso llega a aprender varias lenguas—algunas muertas— y usar técnicas como el espiritismo, tan en boga en aquel momento. Es una mujer occidental —irlandesa— que está muy mal vista por los locales, pues la creen británica legítima y no saben que su pueblo también ha sido oprimido durante siglos por los odiados británicos y que tienen ese punto en común.
Sí, él fue quien me incitó a buscar los restos inexplorados de griegos y romanos en estas tierras, con la condición, por supuesto, de que me mantuviera lejos de los orientales contemporáneos, que solo son los depositarios de la historia. Nunca debía olvidar que soy irlandesa y católica.Catherine | El oasis
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Recreación de Mahmud y Catherine en una calle de la fortaleza de Shali en el oasis de Siwa © MJ RU1Z + IA |
Nos dibuja un hombre egipcio agobiado por su pasado, pero también por su presente y por un futuro trágico que cree inevitable. Los fantasmas del pasado lo acosan desde el mismo momento en que inician el viaje a través del desierto —durante unos 600 kilómetros— para llegar al Oasis de Siwa y cumplir esa especie de destierro indeseado. Y nos muestra a un hombre que cree que tiene entre manos una misión imposible.
Soy el único que no puede dormir. Me paso los días y los años amañando falsas treguas conmigo mismo, treguas que no duran mucho. Cuando pienso que había obrado de forma correcta, algo dentro de mí se burla con estrépito y entonces corro a refugiarme en el alcohol y las mujeres, tal y como hacía en mi juventud.Mahmud | El oasis
Nos presenta a los líderes locales —orientales y occidentales— portadores de sus propias diferencias entre ellos. Son gente poco comunicativa, cumplidora de sus tradiciones. Viven de puertas para adentro, detrás de altos muros que los protegen del invasor, del extranjero que no respeta sus costumbres. Aun así saben de cada movimiento que se produce dentro de los límites del oasis.
Su esposa ha entrado en nuestras casas y ha puesto en entredicho a nuestras mujeres. El viernes pasado subió a las ruinas de Aghurmi y se metió en las casas de nuestra gente. ¿Desde cuándo, jeque Sáber, permitimos a los infieles que profanen nuestros hogares?Jeque Yahya | El oasis
Tienen muchos conflictos entre ellos pero son uña y carne cuando se trata de combatir al enemigo extranjero. Además, no permiten que ningún forastero entre en sus casas.Mahmud | El oasis
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Recreación del encuentro de los jeques del oasis de Siwa © MJ RU1Z + IA |
Nos enseña una antigua leyenda, la del paso de Alejandro Magno por el oasis y su visita al santuario del dios Amón para consultar su oráculo. Y nos cuenta cómo ha llegado a ser faraón. Las peripecias para llegar hasta Siwa. Sus pensamientos más íntimos al respecto, su humanidad, y la posibilidad de que en el oasis pudiera estar su última morada, todo un misterio sin resolver.
Cuando abandoné el mundo de los vivos solo pude veros cuarenta días, ni uno más, después las tinieblas se cernieron sobre mí durante un tiempo que soy incapaz de medir: ¿es un día o una eternidad?
Mi alma siguió la huella de mi cadáver durante semanas y llegó hasta aquí antes de los cuarenta días para que yo pudiera ver por última vez el tiempo de Amón. Espero que sea la primera cosa que vea cuando la luz vuelva a surgir, si es que surge y me desvela la verdad.Alejandro Magno | El oasis
El oasis de Siwa
Y qué decir de ese Oasis de Siwa… es un personaje más. Un lugar impresionante física e históricamente. Con muchos manantiales de agua dulce y salada, incluso termales como la piscina de Cleopatra o fuente del sol. Con enormes palmerales, cultivos de hortalizas, campos de olivos, un mar de arena, islas, grandes formaciones calizas, una cantera de sal y varios lagos.
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Reconstrucción del oasis de Giza a finales del siglo XIX © MJ RU1Z + IA |
Visitado desde la antigüedad por personajes tan emblemáticos como Herodoto, Cleopatra, Hércules, Perseo, Pitágoras, Píndaro, Alejandro Magno… diversas culturas han dejado sus restos allí a lo largo de los siglos: un oráculo, algunos templos, varias mezquitas y una fortaleza. Las leyendas son numerosas. Pero los bereberes se las han compuesto para mantener su cultura intacta, ayudados sin duda por el aislamiento de un desierto circundante tan impredecible e implacable como capaz de devorar a ejércitos enteros. Y de las murallas físicas que levantaron.
Muros alrededor de los huertos, fortalezas en el pueblo, una empalizada que lo rodea… ¡Cuánto daño les ha hecho el mundo para que hayan tenido que terminar encerrándose en este caparazón!Catherine | El oasis
Dicotomías
Con todos estos personajes tan especiales y esa estructura narrativa coral, al autor le resulta fácil tratar dicotomías tan atrayentes como: este vs oeste, amor vs deseo, bondad vs maldad, valentía vs cobardía, vida vs muerte. Y, además, nos muestra algo tan cotidiano, tan real, como es la manera en que el tiempo y el lugar pueden afectar a la relación afectiva entre un hombre y una mujer.
En definitiva, un viaje catártico y muy esclarecedor de un país muy poco conocido en realidad, si no se le vincula únicamente a la arqueología.Valoración
4/4 books

¡Un viaje único en todos los sentidos!
Por eso no entiendo a los lectores árabes que le han dado bajísimas calificaciones. Parece que no les ha gustado cómo retrató a sus paisanos o a su país. Es Paradójico que a los extranjeros nos haya gustado mucho más o que incluso nos haya encantado, a pesar de que no haya mostrado ese Egipto que según él queremos encontrar —y que es tan diferente al real—, plagado de exotismo, discriminación de género o problemas entre minorías. Es bien cierto que nadie es profeta en su tierra. Y puedo decir —a la vista de los comentarios— que Bahaa Taher puede ser un claro ejemplo de ello.
Y debo decir —para terminar— que siempre me ha parecido terrible el hecho de que una cultura del enterramiento tan sofisticada como la egipcia haya sido expoliada hasta la extenuación por cuanto país ha hecho expediciones arqueológicas en su territorio. Que los faraones y sus allegados se tomaran tantas molestias para descansar en paz y hayan terminado con sus huesos en las vitrinas de algún museo alrededor del mundo es como poco espeluznante. no me extraña que existan todas esas maldiciones que se les suponen.

Buenas tardes, MJ RU1Z.
ResponderEliminarMuy buena reseña, enhorabuena. Tu elección del libro me parece interesante, y me lo llevo a mi lista de deseos.
Por otro lado, estoy de acuerdo con lo que comentas, el tema de los abusos que se han cometido en nombre de la arqueología es tremendo. Y lo digo yo que soy aficionada a estos temas desde que era una niña. Precisamente por eso, la etapa de Egipto es mi favorita en cada temporada del reto.
Un abrazo, y gracias por participar!!
PD: En cuanto a la elección del libro: no tienes restricciones temporales ni de nacionalidad del autor. El texto que elijas puede ser de autor nacido en el país (temática libre), o autor extranjero que ubique su novela o ensayo en el lugar de la etapa del viaje en la que te encuentres. De ahí la coletilla "Sin límites".
Gracias a ti, Undine, por proponer este reto!
EliminarMe alegra que te haya interesado el libro, la verdad es queyo creo que merece mucho la pena.
Un abrazo grande.