Operación Quimera-2 — XXXVII Concurso El tintero de oro
CUADRO DE CONTENIDO |
El concurso
Bases
- TEMA: Escribir un relato de espías.
- EXTENSIÓN: un límite máximo de 900 palabras.
- PLAZO: Del 1 al 15 de Junio.
- PARTICIPACIÓN: Una entrada en el blog del participante.
- VOTACIÓN: Los autores participantes deberán votar siete relatos otorgando siete puntos al que más les guste; seis, al segundo; y así sucesivamente. Se enviarán por correo electrónico a eltinterodeoro@hotmail.com del 16 al 25 de Junio. No enviar los votos supondrá la descalificación del relato.
- PREMIOS: El 30 de Junio de 2023 se celebrará la Gala de Premios anunciando los ganadores. Los tres primeros relatos recibirán un diploma digital acreditativo del mismo y serán incluidos en la antología en papel que se publicará en Amazon.
- Todos los relatos participantes se incluirán en el ebook digital ESCRIBIENDO A HOMBROS DE GIGANTES
- Toda la información sobre la sexta temporada AQUÍ.
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Relato
Operación
Quimera-2
Quimera-2
—¡Se os ha ido de madre! —ladró el capitán, mientras golpeaba con ambos puños la mesa que los separaba—. ¡Eso no fue lo acordado!
—¿Lo acordado? ¡Usted, capitán, estaba cumpliendo órdenes! —El coronel se levantó y golpeó la mesa aún más fuerte—. ¡Que no se le olvide!
—Sólo dígame una cosa... —Mostró el rostro perlado en sudor—. ¿Ha valido la pena?
—¿Usted qué cree? —Rebuznó—. Aquí estamos de nuevo, operativos al cien por cien.
Las caras de ambos permanecieron apenas a unos centímetros, sostenidas las miradas furiosas y las mandíbulas apretadas durante unos segundos eternos. Luego, el capitán giró sobre sus talones y salió de la estancia, situada en el cuartel general del USAMRIID de Fort Detrick, en Maryland.
—Vigiladlo de cerca —ordenó el Comandante del Centro a los suboficiales presentes.
—Por supuesto, señor —respondió su ayudante—. Seguimos los protocolos ordinar...
—¡No es suficiente, joder! —Golpeó la mesa—. ¡No me fío de ese tipo! Podría causarnos muchos problemas.
—A sus órdenes, mi coronel. —Saludó firme—. Con su permiso.
Unos meses antes, el tipo en cuestión —un capitán del ejército de los Estados Unidos de América asignado a operaciones conjuntas con la CIA al que solo llamaremos S.— se cuadraba de igual modo ante ese mismo superior y ponía rumbo a Asia para realizar una misión secreta.
Nunca olvidaría el día de la partida. Le habían ordenado presentarse en la Base Andrews antes del anochecer. Era otoño y hacía buen tiempo, algo que constataba el intenso cielo rojizo. El avión transportaba material militar ordinario y al menos dos docenas de soldados. Hubo algunos saludos y conversaciones breves acerca de banalidades durante los primeros minutos y después, el silencio y el sueño se apoderaron de las doce horas largas de viaje hasta la Base Aérea de Incirlik en Adana, Turquía.
Cuando aterrizaron, cada cual tomó su propio camino. S. buscó donde asearse y cambiar el uniforme reglamentario por un atuendo civil, pidió una taquilla y dejó en ella todas sus pertenencias militares. Con una falsa identidad y un móvil prepago en el bolsillo abandonó la Base. Se había convertido en un hombre de negocios israelí que iba camino de Wuhan, China, en vuelo regular.
Ya instalado en la ciudad asiática, recibió una ubicación y una hora de encuentro. Lo citaron en un banco anónimo de un parque concurrido donde alguien —a quien no llegó a ver— depositó un pequeño estuche. En Maryland había aprendido a manipular aquel tipo de contenedor para material sensible y no le resultó difícil abrirlo. Contenía un inhalador parecido a los que usan los asmáticos.
El modus operandi era sencillo: aspirar el contenido, deshacerse de los recipientes y esperar las siguientes instrucciones. Pasaron unos cuantos días hasta que recibió otro mensaje. Tenía que acudir —cada día a las once de la mañana— a una cafetería situada frente a unos laboratorios, sentarse en una mesa, tomar algo, leer un libro durante un mínimo de dos horas, y repetir el ritual varios días consecutivos.
Completó la misión en un par de semanas y regresó a casa, desandando el camino de ida. Fue muy sencillo, quizá demasiado.
El calvario vino después, al observar las consecuencias de sus actos: una pandemia mortal de proporciones dantescas, que aumentaba exponencialmente a medida que pasaban las semanas. O cuando vio morir a tanto inocente, a familiares, a compañeros, a gente que apreciaba de verdad… No era lo acordado: como mucho, una pandemia moderadamente virulenta que no se desbordara de las fronteras chinas.
Tal vez fue algo insensato por su parte pensar que aquel —en apariencia— inocente inhalador, cargadito hasta arriba de un peligroso patógeno —creado en laboratorio para matar— pudiera ser incapaz de tanto estrago. Claro que uno solo no era para tanto, pero la Operación Quimera-2 incluía incontables misiones como la suya que —unidas y/o escalonadas en tiempo y espacio— eran capaces de sembrar el virus usando —como único vehículo transmisor— el cuerpo humano de muchos sembradores, hasta extenderlo por el mundo entero.
Estaba tan arrepentido de ser parte de aquel horror… que deseaba expiar su culpa con todas sus fuerzas. Y solo se le ocurrió una manera: hacerlo público.
Mostraría los dos principales objetivos a cumplir: desequilibrar la economía china y europea para compensar la balanza económica mundial, y hacer ver a los necios del Capitolio el error que suponía prescindir del USAMRIID. Pues EEUU tenía todo el derecho a defenderse de cualquier amenaza en materia de bioseguridad.
Desvelaría cómo se había llevado a cabo la siembra, cómo habían orquestado la culpabilidad china mediante varias triquiñuelas: dando a entender un fallo de seguridad en el Laboratorio de Virología con el resultado de tres trabajadores contagiados, transformando los Juegos Mundiales Militares de Wuhan 2019 en un evento supercontagiador y desvelando la producción de virus artificiales en sus laboratorios para emplearlos como armas de destrucción masiva.
Haría todo eso —y cuanto estuviera en su mano— para poner las cosas en su sitio de nuevo. Pero, por desgracia —o porque alguien se cruzó en su camino— no pudo ser, y nadie supo la verdad.
—Está hecho, mi coronel. —El suboficial ayudante le mostró la noticia.
«Aparece muerto en su domicilio un capitán del ejército. Se cree que la muerte por Covid-19 de varios familiares y amigos muy allegados pudo causarle una depresión tan profunda que lo abocase a suicidarse…»
—Bien hecho. —Miró al vacío—. Un fleco menos.
Mj
Y como todas las cosas tienen su cara A y su cara B. Quiero dejar aquí el enlace a un episodio muy inspirador que usó personas —niños en este caso— para transportar la vacuna de la viruela, causando un hito a nivel global. Hablo de la Expedición Balmis del siglo XIX, capitaneada por el doctor Balmis y la enfermera Zendal, que precisamente dio nombre a un hospital de emergencia realizado en Madrid para atender a los enfermos de la pandemia de Covid-19.
¿Qué te ha parecido mi relato de espías? Cuéntamelo aquí abajo me encantaría saberlo.
Foto edición: MJ RU1Z
Hola, MJ. Muchas gracias por participar. Que tengas mucha suerte!!
ResponderEliminar"Un fleco menos", genial esa frase final. Un relato estupendo, MJ, que nos introduce al instante en un mundo oscuro y terrible. Has dado muy bien con la voz de los personajes y me gusta mucho también la dualidad entre el coronel y el capitán, uno cargado de remordimientos y el otro cumpliendo la misión hasta sus últimas consecuencias. Una historia inquietante y muy actual que deja sin aliento. Fantástica.
ResponderEliminarBueno, estamos en un cuento, no creo que te cierren el blog, por ello, aunque también expresa mis sospechas acerca de los graves eventos vividos en los últimos años, tiene sentido, aunque es posible que los chinos ellos mismos hayan creado todo o una coalición de potencias que nos parecen enemigas en realidad son amigas. De eso se trata la literatura, supongo novelas enteras serán gestadas con base en las pandemias que vendrán.
ResponderEliminarDe todos modos no estaría mal hacer un backup del blog
EliminarMuy buen relato. Suerte en el concurso. Un saludo!
ResponderEliminarHola MJ, un placer leer tu participación para el Tintero, con un relato que pudiera no estar muy lejos sobre lo que pudo haber pasado previo a la pandemia que nos robó personas, momentos y que afectó al mundo entero. Tu relato está lleno de acción e intriga, también de emociones humanas como la furia y el arrepentimiento. Tremendo el final, también muy plausible. Me gustó mucho. Suerte en el concurso.
ResponderEliminarAlguien que sabía la verdad y fue callado, en forma definitivo, por maniobras de espionaje.
ResponderEliminarEs verosímil. Podría creerse que ha pasado.
Un abrazo.
Al principio me pareció que iba a ser una parodia, por el capitan ladrando, el coronel rebuznando y los dos enfrentandose cara a cara (veo claramente a dos buldogs en dibujos animados). Tiene cojones el coronel: "Aqui estamos operativos al cien por cien", jaja... el cien por cien de los que no han palmado.
ResponderEliminarNo he entendido muy bien la operativa: ¿"Él se autoinfecta y se autovacuna, para transmitir y no padecer?
Una autentica historia increible lo de la Zendal y la vacuna de la viruela. Si hubieran sido ingleses o americanos seria una hstoria conocida por todo el mundo.
abrazo y suerte en el concurso
Me ha gustado mucho tu relato! Tanto la trama como el fondo! Desgraciadamente demasiado cercana y posible! Un abrazote y mucha suerte en el concurso!
EliminarHola MJ, un gran relato, con intriga, un tema de total actualidad (que además explicas al final), bien narrado..., buen relato para el reto. ¡Suerte! Un abrazo. :)
ResponderEliminarRealmente me pareció excelente tu relato, mucho de lo que ha pasado genera sospechas, tu texto muy bueno, muy bien contada una trama que mantiene el interés hasta el final.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Si yo tambien coincido en que el texto es realista, probablemente espias chinos tambien ayudaron a difundir el virus en los demas paises.
ResponderEliminarNo soy partidaria de teorías de la conspiración mientras no se demuestren fehacientemente, pero el relato me ha parecido fantástico. Bien tramado, bien desarrollado y muy bien escrito.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un beso.
Los italianos dirían "si non é vero e ben trovato". Porque se parece tanto a los posibles inicios de la pandemia en manos de cualquiera, que podríamos considerarte una de las científicas con acceso al secreto etc. Muy bien escrito, muy bien mostrado el enfrentamiento de los dos clásicos puntos de vista: cumplir con el deber ordenado por superiores en nombre de la Patria y a cualquier precio, o cumplir con el deber moral hacia la humanidad y cargar con la culpa y el arrepentimiento. Muy bueno. Mucha suerte.
ResponderEliminarHola MJ una historia que podría pasar perfectamente en la vida real. Muy bien relatado, que tengas suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bien hilada la trama. Los dialogos del principio hacen que te metas en el relato pues lo cargan de atmosfera. El final para mi es perfecto, aunque el bueno acaba muerto , en estos casos es lo que suele ocurrir y da verosimilitud al texto. Mucha suerte en el concurso. Un abrazo, MJ.
ResponderEliminarEste relato tiene muchos puntos de posible realidad, ese diálogo entre diferente rangos militares hace que nos metamos en la trama sin darnos cuenta para al final dar esa sorpresa.
ResponderEliminarUn abrazo MJ y suerte en el concurso
Puri
¡Hola MJ! Me parece genial tu teoría, sobre todo, me parece genial la narración, el avance de la historia y el desenlace. Conocía esa expedición que llevó a niños vacunados a América y así controlar el virus de la viruela. Qué bueno que hayas enlazado las dos historias. Nunca sabremos la verdad de lo ocurrido en China: accidente, origen animal, arma biológica. Se nos escapa de las manos. Buen trabajo, compañera. Un abrazo
ResponderEliminarHola, MJ, un relato de intriga que te mete en la trama desde la primera línea. El cómo articulas el desarrollo con la conspiración del virus de COVID, que nos es tan reciente, y ese final, me ha parecido genial, más que nada por lo inesperado.
ResponderEliminarFelicidades y suerte en el concurso.
Hola MJ. ¡Un gran relato! Un relato ficticio... o no tanto, sobre la pandemia que asoló el planeta. No soy partidaria de las teorías conspirativas que no pueden probarse, pero siempre nos quedará algún "fleco" suelto por ahí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizás esto no esté alejado de la realidad y los hechos. Es muy factible que la pandemia tenga un verdadero culpable, y no sean a los que se acusaron antes, o tenga un motivo oculto. Buen relato, abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarHola MJ! Muy buen relato y una teoría que bien podría ser cierta. Un abrazo
ResponderEliminarHola, MJ, la verdad es que has orquestado una trama que a muchos les parecería de lo más verosímil, y digo muchos porque el tema, por más que quieran, tiene flecos sueltos por todos los lados. Y aquí entra la suposición de las conspiraciones que, o bien se fueron de las manos, o estaban pensadas.
ResponderEliminarMuy buen relato, actual y muy descorazonador.
¡Sensacional! Desde el principio sin poder de dejar de leerlo. Aparte de la interesante relación que has hecho con el tema del COVID, todos los detalles de la historia son totalmente creíbles, realistas; nadas como pez en el agua en estos temas (taaannn difíciles).
ResponderEliminarY el lenguaje super medido, claro, muy bien trabajado, llevándonos con total fluidez y dominio hasta el final.
Me ha encantado.
Te felicito y espero que el relato sea reconocido como merece.
Un fuerte abrazo :)
Hola, MJ. Se te da bien la intriga política que has adaptado, cual guante, al reto de espías de este mes. Y como siempre suele suceder, los culpables se van de rositas. Aunque no del todo en esta ocasión. El cuerpo del capitán fue rápidamente incinerado como medida de seguridad, pero nadie se molestó en tomarle las huellas digitales o corroborar su ficha dental. Hay que tener amigos hasta en la morgue, para poder desaparecer sin morir de verdad.
ResponderEliminarLas agencias de noticias, tanto controladas como independientes, recibieron un amplio dosier con documentación y videos de todo el tema. Así, entre suicidios con ayuda (por ejemplo, el coronel se vació los cinco cartuchos de su Colt 45 en la cabeza), y las detenciones de altos cargos políticos y de farmacéuticas, dieron algo de paz a las víctimas de la pandemia.
Mientras, en un archipiélago paradisiaco, un antiguo capitán del ejército se encarga de llevar provisiones entre las islas mirando al horizonte con nostalgia y algo de esperanza.
Saludos y suerte. 😎👍
Hola... excelente relato en el que resumes muchas de las dudas que se han generado por la terrible pandemia que vivimos. Muy bien hilvanado y claramente desarrollado es una excelente historia de espias con una trama que no permite dejar de leerla hasta el final... saludos.
ResponderEliminarHola MJ, buen planteamiento, una tesis con verosimilitud. Enhorabuena y suerte!!
ResponderEliminarWoww!! Estupendo relato, MJ, tan actual, perfectamente posible y sobre todo, tan bien narrado. Me ha gustado muchísimo, desde del comienzo que intriga hasta la demoledora frase final, ese fleco menos, que da que pensar. Enhorabuena!! Un abrazo muyy grande.
ResponderEliminarY pensar que ese virus, más de tres años después, parece tan lejano. Muchos queremos pensar que todo aquello no pasó. Madre mía el confinamiento y algunas leyes absurdas.
ResponderEliminarMuy interesante planteamiento con algo de verdad y realidad de lo que han pasado. O, más bien, de lo que nos han hecho. ¿Sabremos la verdad sobre la pandemia y su origen? ¿Ha sido un accidente o una acción premeditada para prepararnos para en nuevo orden mundial?
ResponderEliminarEnhorabuena por tu relato, MJ.
Un abrazo.
Hola, MJ. Una posibilidad como otra cualquiera de la tragedia que supuso la COVID. ¿Llegaremos alguna vez a saber la verdad? Lo dudo.
ResponderEliminarQue tengas mucha suerte en el concurso.
Has escogido un tema tan potente que oculta los otros valores, para mi más importantes, de tu relato, en los que me quiero centrar. Ventajas de llegar tarde.
ResponderEliminarPorque yo quiero leer este relato como un relato de espías, y cuando terminas una historia de Fleming, o de Greene o Le Carré, no te deja una resaca de profundas interrogantes geopolíticas, sino esa especie de agradable laxitud que te queda tras haberte recorrido medio mundo en una espiral de acción continua viviendo una trama plagada de traiciones, imposturas y trampas de todos los colores.
Y por encima del covid, muy por encima diría yo, tu historia trata sobre el remordimiento. El arrepentimiento ya inútil de un hombre -un espía no tan espía- que se da cuenta de las consecuencias de sus actos demasiado tarde, y al que no se le concede ya la posibilidad de redimirse. Ahí queda su decisión como elemento fundamental de la trama.
Conocemos a este hombre y su historia de una forma admirable: desde dos planos distintos, en dos lineas temporales diferentes que se superponen, y a través de dos voces identificables: la del narrador, omnisciente, que nos introduce en los pensamientos del hombre y desarrolla sus ideas, emociones y propósitos en la parte central del relato y por otra parte mediante ese diálogo frío y sórdido entre militares que nos relata el alfa y el omega del destino del hombre.
Todo esto está desarrollado con una prosa muy suelta, bien escrita, correcta en la forma, rica en semántica, bien ajustada a esas dos voces diferentes. Les da cuerpo y personalidad, incluso a ese narrador que sustituye con bastante solvencia a una (imposible) primera voz que nos hubiera descrito de primera mano los pensamientos del protagonista.
La historia se autoexplica en esos párrafos finales, incluyendo ese tan adecuadamente aséptico de la nota de prensa, sin entrar en juicios morales (como tiene que ser, eso queda para el lector), tan solo presentando hechos para que cada cual ate cabos y forme sus conclusiones. Lástima que el Covid distraiga tanto de estas otras derivadas morales, mucho más importantes.
La historia es buena, muy buena para mi gusto, y solo la empaña un poco haber escogido como tema esa bombilla tan brillante que impide apreciar la lámpara. (tengo una teoría: Los escritores no deberíamos ser buenos lectores -lectores al uso, se entiende- pues no deberíamos dejarnos atrapar por la trama -ese engaño que urde para nosotros el autor-, sino colocarnos en otra perspectiva mucho más amplia, preguntarnos muchos porqués y apreciar la obra en toda la extensión de su dificultad, estructura, recursos, estilo y sobre todo intención, más allá, mucho más allá de si el asesino era el mayordomo).
Pero como mal lector (además de mal escritor) te digo que esta historia de espías que trata sobre el remordimiento y la redención, a mi me ha encantado.
Un gran abrazo.
¡Hola, MJ! Estamos preparando la antología en papel de los relatos seleccionados en el tintero de oro. Te envié un mail hace unos días, confírmame si lo has recibido. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Hola, David! La verdad es que estado totalmente desconectada los últimos meses y no he visto nada de nada. El mail al que te refieres no lo he encontrado en ninguno de los los correos (eleeabooks y mjruizal2015ra), así que no me enterado de nada. Lo siento. Un abrazo!
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