LA DEPENDIENTA de Sayaka Murata
CUADRO DE CONTENIDO |
La escritora japonesa Sayaka Murata convierte el Premio Akutagawa en un 'best seller' global con 'La dependienta'.Matías Néspolo
2019 | EL MUNDO
Ficha
TÍTULO: La dependienta
TÍTULO ORIGINAL: Konbini ningen コンビニ人間
AUTORA: Sayaka Murata
IDIOMA ORIGINAL: Japonés
TRADUCTORA: Marina Bornas Montaña
COLECCIÓN: Nefelibata
EDITORIAL: Duomo Ediciones
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2019 | Original de 2016
ISBN: 9788416634620
GÉNERO: Contemporánea
Nº DE PÁGINAS: 176
Sinopsis
Yo comento
Estructura
Carente de capítulos, sigue la estructura de muchas novelas que tan solo separan en pequeñas partes todo el material que contienen usando un punto y aparte un poco más separado. Bloques de contenido sutilmente diferente sin más añadidos. Quien me suele leer, sabrá que eso le basta a mis manías lectoras, un lugar donde detener la lectura cada pocos párrafos.
De esta manera la autora va enlazando las circunstancias vitales de Keiko, una chica nada corriente y muy poco ‘normal’ para el estándar que se le supone a esa cualidad en la sociedad donde vive —la japonesa— y puede que en muchas otras, o en la mayoría de ellas. Nos habla de cómo se comportaba en su infancia y también dice —con sus propias palabras— que:
La vida que llevaba antes de «nacer» como dependienta de una tienda está envuelta en una nebulosa y no la recuerdo claramente.
Así la autora va enlazando de manera sencilla toda la historia para llevarte en volandas hasta el final. Sin estridencias ni alardes, pero con gran seguridad y soltura. Usando una prosa sencilla pero contundente.
Autora
Quizá por ello Sayaka Murata esté considerada como una de las voces contemporáneas más interesantes de Japón, premiada en varias ocasiones desde el inicio de su carrera. Ganar el Premio Akutagawa —el más prestigioso premio literario de Japón— por la novela que nos ocupa quizá tenga bastante que ver, ya que le permitió debutar en el mercado internacional, ver su obra impresa en la prestigiosa revista literaria Granta y ser nombrada Mujer del año 2016 por Vogue Japón.
Con respecto a ‘La dependienta’ —su décima novela— dijo:
En una de mis anteriores novelas se dice en un momento que la normalidad es lo único que socialmente está permitido. Ese concepto quedó en mí y es el origen de esta novela.
Una novela que tiene bastante de autobiográfica, pues ella misma trabajó a tiempo parcial —como la protagonista— en una konbini durante 18 años y en la actualidad lo hace en el comedor de su propia editorial de Tokio, pues le resulta imprescindible una rutina tan cuadriculada para poder escribir.
Rígida sociedad nipona
Y no es de extrañar si tenemos en cuenta la rigidez que exhibe la sociedad nipona actual. Un país que alguien a quien conozco denomina ‘Plutón’, por lo extraterrestre de sus costumbres y modos, y en donde tradición y modernidad conviven más o menos pacíficamente. Quizá sea el motivo por el que me encantan los autores japoneses, por eso y porque expresan ideas que parecen sacadas de otro mundo. Y tal vez así sea, porque ‘su mundo’ muchas veces no se parece demasiado al ‘nuestro’.
No es una historia extraña o lejana, sino que descubre una verdad universal dormida en el interior de nosotros mismos.Sayaka Murata
Y es que al final no somos tan diferentes, aunque vivamos tan ‘alejados’ en muchos sentidos —física y mentalmente—. El mundo que nos hemos creado parece haber sido hecho solo para parejas heterógamas con hijos, y tod@ el que se sale del orden prestablecido paga por ello. Sucede en Japón/Plutón y en todas partes. Aunque la sociedad nipona arrastra cosas que para los occidentales pueden resultar cuando menos chocantes.
Las personas que no aportan nada a la comunidad no tienen privacidad. Todos se creen con derecho a pisotear sus vidas con los zapatos llenos de barro. Las personas que no contribuyen a la comunidad, ya sea casándose y teniendo hijos o saliendo a cazar y ganando dinero, son herejes. Por eso los demás se meten constantemente en sus vidas.
Hay edades para empezar a trabajar, para casarse, para tener hijos y modos de hacer todo ello. Da igual el amor. Los matrimonios sin amor no son nada raros y los sentimientos pueden fluir fuera de dicha institución con otras mujeres. Pueden darse las uniones sin contacto carnal y la asexualidad —sobre todo de las mujeres— está a la orden del día.
A los veinte años no necesitaba ninguna excusa porque a nadie le extrañaba que estuviera trabajando por horas, pero ahora era la única que no tenía ningún vínculo con la sociedad: ni marido, ni empleo estable.
Ser normal
Pero todo ello bajo una apariencia de ‘normalidad’ donde cada quien ocupe su sitio. Ah… normalidad, esa palabra tan utilizada en los últimos tiempos por todos… Keiko no parece entrar en esos cánones de ningún modo. Es una persona única que no comprende el comportamiento de los demás mortales, pero que trata de adaptarse por todos los medios a aquello que es incapaz de entender.
La tienda disponía de un manual impecable y me desenvolvía muy bien como dependienta, pero no tenía ni idea de cómo ser una persona normal en un lugar sin manual de instrucciones.
En realidad tan solo quiere que la dejen tranquila para poder vivir su vida de la manera que a ella le gusta. Algo muy lícito, que los demás —hasta su propia familia— se empeñan en impedirle. Y es que este mundo que nos hemos montado está hecho para formar parte de un rebaño, de una comunidad, y cada miembro de ella debe atenerse a las normas impuestas por el conjunto. Las individualidades han de pasar a formar parte de un todo y olvidarse de sí mismas porque lo raro, lo precioso, no tienen cabida en una sociedad así.
El mundo normal es un lugar muy exigente donde los cuerpos extraños son eliminados en silencio. Las personas inmaduras son expulsadas. […] Cada vez me costaba más entender qué era el «mundo». Incluso tenía la sensación de que era un concepto imaginario.
Pero, ¿quién es el normal aquí? ¿Quién establece el camino a seguir? Y, ¿por qué nadie puede apartarse de él? En mi opinión esta es una historia de reivindicación de los seres diferentes. Se trata de tolerancia para con los distintos. Y en la sociedad que nos hemos montado no ocurre así. Sayaka Murata —sin duda— forma parte de esas ‘anormalidades’ y trata de reivindicarse a sí misma y a tantos otros ‘elementos’ con sus propias idiosincrasias, para que no tengan que fingir como lo hace —a su pesar— la protagonista de esta historia.
Yo solo pensaba en volver a la tienda cuanto antes. Allí las cosas no eran tan complicadas, lo más importante era que todos los empleados fuéramos a la una. Independientemente de nuestro sexo, nuestra edad o nacionalidad, al ponernos el uniforme nos convertíamos en «dependientes» y ya no había diferencias entre nosotros.
Quiénes somos
Pero Sayaka también nos habla de algo más profundo, arraigado en lo más hondo de cada individuo. Porque en el fondo, qué es el ser humano sino una suma de las experiencias que tiene a lo largo de su existencia y queda influenciado de una u otra manera por todas las otras personas que pasan por su vida mientras existe.
Tu configuración actual cambia en cada momento según la gente que te rodea. Por entonces yo era Izumi en un treinta por ciento, Sugawara en otro treinta por ciento y el jefe en un veinte por ciento; el resto de mí estaba formado por todo lo que había absorbido de las personas de mi pasado, como Sasaki, que había sido mi compañera hasta que lo había dejado medio año antes, y un chico llamado Okazaki, el encargado de mi turno hasta el año anterior.
En la historia de esta peculiar mujer podemos vernos reflejados de mil maneras. Porque esta es una historia que trata de quiénes somos y de cómo vivimos, una historia de vida. Y seguramente ahí es dónde se encuentra su verdadero éxito a nivel mundial: todos somos Keiko Furukura.
Valoración
3/4 books
¿Qué quiere decir ser normal?
Hace poco vi una peli que planteaba algo parecido: alguien que se autodefinía como ‘normal’ se hallaba en un entorno de frikis del cómic y eran esos mismos frikis los que le decían que allí, en su mundo, el friki era él. Una bonita lección, ¿no?
En lo personal, doy gracias que de pequeña me metieran en la cabeza la idea de que ser única es genial y que hay que abrazar la singularidad que cada uno poseemos. Nunca he tenido la necesidad imperiosa de encajar, aunque sí he padecido —cuando me divorcié— la soledad de quien va a contracorriente por no querer emparejarme de nuevo. Este mundo está montado para las parejas heterógamas y todo lo demás es como si fuera un enorme grano en su gran culo.
Felicito a Sayaka Murata por sacar este tema a la palestra y reivindicar algo que solemos pasar por alto para no desentonar, ya sabes.
Leí la novela también en 2020, pero yo hice la reseña inmediatamente después. Si tardo tanto me olvido de todo y sería incapaz de escribir nada.
ResponderEliminarMe gustó el planteamiento de la historia y ese análisis sobre la normalidad, pero me pareció una metáfora demasiado evidente y la historia me resultó un tanto deshilvanada e inconexas, aunque el balance global resultó positivo.
¿Qué es normal? Yo soy bastante partidaria de no poner etiquetas y una de las peores es la de normal. No para el así etiquetado, sino para todos los demás que quedan tratados de anormales. Odio esa normalidad consistente en ser blanco, heterosexual, casado, con dos hijos (a poder ser niño y niña) , un buen trabajo y piso en propiedad.
Un beso.
¡Ja, ja, ja! Tu definición no puede ser más perfecta e ilustrativa.
EliminarEn cuanto a la tardanza, mira que hasta anduve buscando las referencias dentro del blog para enlazar la reseña. Y no había ninguna, porque la leí antes de abrir este blog. Será por eso que me lleva tanto tiempo reseñar lo que sea. Creo que tengo que cambiar de método, porque se me acumula el chollo que no veas. no lo soluciono ni agrupando varias en un mismo post. En fin, a ver si me espabilo.
En cuanto a la novela, tiene mucho —por no decir todo— de autobiográfico, como descubrí al escarbar un poquito en la vida de Sayaka Murata. Al final es más o menos la historia de su vida. Creo que trata muchos de estos temas de minorías —o supuestas minorías que a lo mejor no lo son tanto— en sus libros, que da voz en una especie de cruzada personal sobre tantos y tantos comportamientos 'anómalos' que existen en Japón debido a su propia idiosincrasia, pero también en el resto del mundo aunque no canten tanto según la zona. En fin, Japón-Plutón...
Un beso.