TREBLINKA de Chil Rajchman
CUADRO DE CONTENIDO |
Una importante y conmovedora contribución a la búsqueda de la verdad.Elie Wiesel | Premio Nobel de la Paz 1986
Ficha
TÍTULO ORIGINAL: Zijroines
AUTOR: Chil Rajchman
IDIOMA ORIGINAL: Yiddish
TRADUCCIÓN: Jorge Salvetti
EPÍLOGO: Vasili Grossman
COLECCIÓN: Los tres mundos
EDITORIAL: Seix Barral
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2022 | Original de 2009
ASIN: B0B2RVCJSB
GÉNERO: Historia, real, memorias
Nº DE PÁGINAS: 153
Sinopsis
De junio de 1942 a octubre de 1943, al menos 800.000 personas fueron asesinadas en Treblinka, un campo de concentración establecido exclusivamente para el exterminio de judíos. En agosto de 1943 los prisioneros se rebelaron. Sólo cincuenta y siete lograron escapar y sobrevivir.
Chil Rajchman —polaco judío— fue deportado al campo —junto con su hermana Rivke— en octubre de 1942. Participó en la rebelión, huyó y después de varias semanas de vagabundeo encontró refugio en Piastów —cerca de Varsovia—, en casa de un amigo. Allí, sin saber si sobreviviría a la guerra o cuando sería apresado de nuevo por los nazis, escribió la historia escalofriante de sus diez meses en el infierno en formato de diario.
Un infierno que el escritor y periodista ruso Vasili Grossman —que durante la guerra viajó con las tropas soviéticas para describir en sus crónicas lo que ocurría en el frente— supo retratar en toda su crudeza, relatando por primera vez al mundo entero los horrores del exterminio.Yo comento
Estructura
Pero no queda ahí el asunto, porque los editores de Seix Barral tuvieron la grandísima idea de publicarlo junto con la crónica que un periodista ruso escribió cuando el Ejército Rojo —en su avance hacia Berlín durante el verano de 1944— llegó al lugar que antes ocupaba el Campo de Exterminio Treblinka —arrasado con el fin de eliminar todo vestigio—. Así este documento queda estructurado en dos partes bien diferenciadas, cada una escrita por un autor.
La primera es el relato personal —en forma de diario— de las vivencias de Chil Rajchman durante su estancia de diez meses en Treblinka. Dividido en diecinueve capítulos numerados y encabezados por un pequeño guion de contenido, tal y como seguramente se le hizo más fácil recordar lo allí vivido.
La segunda es la crónica —a modo de epílogo— que Vasili Grossman hace acerca de lo que se encontró al entrar en el yermo que dejaron los alemanes tras de sí. A pesar de estar escrita casi del tirón —dividida solo en dos partes— sus más de cincuenta páginas se leen casi sin darte cuenta.Treblinka
Es bien cierto que cada cual tiene su muerte señalada para un determinado día. A Chil y a sus compañeros supervivientes eso debería haberles quedado bien claro, pues cada día que pasaban en aquel infierno —aunque pareciese ser el último— en realidad solo era otro peldaño que subir hasta alcanzar la libertad. Muchas personas que pasaron por allí les repitieron una y otra vez que debían aguantar para contarlo todo.
Delante de mí se sienta una mujer joven. Le corto el cabello y ella me agarra la mano y me ruega que recuerde que yo también soy judío. Sabe que ya está perdida pero me dice:
—Recuerda, tú ves lo que nos hacen. Por eso te deseo que sobrevivas y que vengues nuestra sangre inocente, que no descansará…
Le contesto en voz baja:
—Querida señora, me espera el mismo destino. Soy judío.
Chil Rajchman |
Rajchman —nacido en 1914 en Łódz, Polonia— tenía veinticinco años cuando las tropas de Adolf Hitler invadieron su país. Era el mayor de cinco hermanos y huyó de la ciudad con Rivke, su hermana pequeña, pero fueron detenidos y deportados a Treblinka. Allí los separaron nada más llegar, según el procedimiento. Nunca volvieron a verse.
Antes de que pueda decirle otras palabras, se oye un grito asesino: «¡Hombres, a la derecha! ¡Mujeres, a la izquierda!». Apenas alcanzo a despedirme de ella y ya somos arrancados uno del otro para siempre.
¡Hombres, a la derecha! ¡Mujeres, a la izquierda! |
Chil pudo resistir haciendo diversos trabajos para los asesinos y fue librándose de la muerte día a día, para ser testigo de los horrores de la Operación Reinhard, que tenía por objetivo exterminar a todos los judíos de Polonia lo más rápido posible.
Así pasan cientos de mujeres entre llantos y gritos y yo me transformo en un autómata demoníaco que les corta el pelo.
Participó en el levantamiento del campo y fue uno de los cincuenta y siete supervivientes. A su regreso en Varsovia se unió al Partido Socialista Polaco de extrema izquierda y a la resistencia clandestina. En 1946 —terminada la guerra— emigró a Uruguay, donde se casó y formó una familia, y a partir de su terrible experiencia, fue un activo transmisor de un mensaje de justicia, tolerancia y respeto a la diversidad. Murió en 2004, a los 90 años. Entre sus últimas voluntades figuraba que sus memorias de Treblinka, conservadas durante años, fueran publicadas y, por fin, vieron la luz cinco años después, en 2009.
Columna de humo por la quema de Treblinka el día del levantamiento |
Unas memorias redactadas como un diario, con todos los datos y poco sentimentalismo, escritos desde la distancia —física y psicológica—, imagino que para poder soportar esos recuerdos. Revivir esas vivencias tuvo que resultarle sumamente doloroso, pero no se dejó ningún detalle ni sensación. La crueldad de los exterminadores, el dolor de los exterminados y el suyo propio para aguantar hasta el final. Todos y cada uno de los acontecimientos de los que fue testigo y las fases por las que atravesó el campo.
Treblinka es custodiado por ciento cuarenta y cuatro ucranianos y cien hombres de las SS. Nos vigilan como si fuéramos oro. Nos cuentan tres veces por día. Aunque todos estamos golpeados y heridos y nos duelen todos los miembros, ninguno se atreve a dar parte de enfermo.
Una lectura dura y descarnada, sin duda. Pero muy necesaria para no olvidar. Y, sobre todo, para no repetir hechos de la misma índole. Y que a pesar de haber sido reflejados —a estas alturas— en un millón de películas, libros y documentales, siguen produciendo ese sentimiento de rechazo por los hechos narrados y esta no es ninguna excepción, por más ‘aséptica’ que sea la forma de presentarlos.
El infierno de Treblinka
Por el contrario, el texto de Grossman es bastante vehemente y muy descriptivo —hasta los últimos detalles— con ideología incluida y muestra del sentimiento del bando ganador. Incorporada en su libro ‘Años de guerra’ en 1946, esta crónica resulta ser el perfecto contrapunto a la de Rajchman, así como su complemento perfecto. Sin duda, una excelente elección editorial que celebro haber encontrado.
El espíritu de economía, la exactitud, el cálculo, la pulcritud pedantesca son todos ellos rasgos plausibles que poseen muchos alemanes. Aplicados a la agricultura o a la industria, dan sus frutos. El hitlerismo aplicó estos rasgos al crimen contra la humanidad y las SS del Reich procedieron en el campo de concentración polaco exactamente como si se tratara del cultivo de coliflores o de patatas.
Vasili Grossman |
A diferencia del primero, este fue un gran escritor, uno de los más celebrados en Rusia durante la guerra, en la que fue merecedor de numerosas condecoraciones, hasta que cayó en desgracia y sus escritos quedaron prohibidos. Durante su época más exitosa llegó al lugar en el que —poco tiempo antes— se levantaban los edificios de Treblinka y en ese momento solo ondeaban al viento las vainas de altramuz plantadas para borrar las huellas del horror.
Y es posible que la aburrida mirada del pasajero notara la existencia de un ramal ferroviario que partía de la estación y se internaba en el tupido bosque de pinos que llegaba hasta la vía misma. Este ramal conduce a una cantera de la que se extraía arena blanca destinada a satisfacer las necesidades industriales y de construcción de la ciudad. […] Este miserable desierto fue elegido y aceptado por el Führer de las SS del Reich, Henrich Himmler, para la construcción de un inmenso patíbulo cuyo igual el género humano no había conocido desde los tiempos bárbaros hasta nuestros días crueles.
Los restos de Treblinka en 1944 |
Formaba parte de la comitiva que pretendía averiguar qué había sucedido en aquel claro del bosque. Y vaya si lo descubrieron. Como decía alguien en un documental, la tierra no mintió, no fue cómplice, y escupió todo lo que pudo: huesos, toda clase de objetos y las cenizas.
Nada allí estaba dispuesto para la vida, todo estaba preparado para la muerte. La existencia de este campo, según el pensamiento de Himmler, debía permanecer en el más absoluto secreto; ni una sola persona debía salir viva de su recinto. Y absolutamente a nadie se le permitió acercarse a él. Se prohibía a los aviones alemanes que volaran sobre esta zona.
El todo
Llama la atención la tremenda exactitud entre ambos discursos. El de Rajchman vivido solo desde su lado, con los sentimientos parciales del que estaba seguro que jamás saldría vivo de aquel horror y que tampoco podía comprenderlo. El de Grossman desde la reconstrucción de los sucesos y aportando todas las caras de la historia, aunque los alemanes se empeñaran en hacerlas desaparecer.
Estoy con mi amigo Leybl y Moshé Etinger y las lágrimas nos fluyen sin cesar. Finalmente, comenzamos a comprender el verdadero horror de lo que allí sucede, que es una fábrica que devora víctimas incesantemente: ayer doce mil, hoy quince mil y así sin pausa… Queremos entender qué hacen con las víctimas después de muertas, pero no podemos averiguarlo, porque allí donde están los muertos es ya el campo número 2, que está completamente aislado, y no tenemos contacto alguno con los judíos que trabajan allí.
Sobreviví y me encuentro entre hombres libres. Pero a menudo me pregunto a mí mismo ¿para qué? Para contar al mundo qué fue de millones de víctimas asesinadas, para ser testigo de la sangre inocente que derramaron las manos de los asesinos.Chil Rajchman
Campo de Treblinka, dibujo de Samuel Wilenberg |
Así pues, el proceso de trabajo de la fábrica de Treblinka se reducía a privar sucesivamente al hombre de todo lo que venía gozando desde su creación por la sagrada ley de la vida. En primer lugar se lo quitaba la libertad, la casa, la patria y se lo conducía a un anónimo bosque desierto. Después, en la plaza de la estación, se le despojaba de los objetos de su propiedad: cartas, fotografías de los seres queridos; más tarde, tras la valla del campo, le quitaban a su madre, a su mujer, a su hijo. Después, una vez desnudo, se le despojaba de los documentos, que se arrojaban a una hoguera: al ser humano se le quitaba el nombre. Lo empujaban por un corredor con un techo bajo de piedra y con ello le quitaban el cielo, las estrellas, el viento, el sol. Y por fin llegaba el último acto de la tragedia humana; el hombre cruzaba el último círculo del infierno de Treblinka. Se cerraban con fuerza las puertas de la cámara de cemento. Toda clase de aparatos de cierre perfeccionados: fuertes pasadores, cerraduras y postillos, sujetaban estas puertas. No se podían derribar.
La gente decía que en Treblinka ser condenado a vivir era mucho más terrible que ser condenado a muerte.
Es posible que alguien pregunte: «¿Para qué escribir, para qué recordar todo esto?». El deber del escritor es el de contar la espantosa verdad, y el deber ciudadano del lector es conocerla. Todo aquel que vuelve la cabeza, que cierra los ojos y pasa de largo ofende la memoria de los caídos.Vasili Grossman
Casi resultaba imposible ‘digerir’ qué había sucedido en el claro del bosque, en la cantera de arena. Pero ni siquiera los campos de altramuces pudieron silenciar tanto horror:
Llegamos al campo de Treblinka a principios de septiembre de 1944, es decir, trece meses después de estallar la sublevación. Trece meses trabajó el cadalso. Y durante trece meses los alemanes intentaron borrar las huellas de su trabajo.
¡Todo esto es verdad! La última esperanza de que fuera solo un sueño se derrumba. Y las vainas de altramuz suenan sin cesar, golpean las semillas como si verdaderamente desde la profundidad de la tierra llegara el sonido fúnebre de incontables pequeñas campanas.
A continuación dejo la reconstrucción en 3D del demolido Campo de Treblinka. La única pega es que está en inglés sin doblar, un así te animo a verlo:
Y para finalizar, una imagen del Memorial de Treblinka, construido entre 1959 y 1962 en los terrenos del antiguo campo de exterminio, cuya entrada está marcada —como cuentan los visitantes— con una gran piedra conmemorativa al principio del camino, que muestra un mapa de las antiguas instalaciones. Detrás de esta entrada simbólica existen seis piedras con la inscripción, en diferentes lenguas. Pasada esta "entrada", nos encontramos en una zona con una inmensa escultura de piedra diseñada para representar las líneas de ferrocarril que los alemanes construyeron desde la población hasta el campo. Donde cada piedra lleva el nombre de un pueblo o ciudad en la que fueron exterminados los judíos —y hay un montón—:
Memorial de Treblinka en la actualidad |
Adaptaciones
En este apartado solo podemos hablar a ciencia cierta de un documental, en el que Chil Rajchman, junto con Kalman Taigman y Samuel Willenberg —tres supervivientes del campo de exterminio—, dan testimonio de sus infiernos particulares en Treblinka y las vidas que —a pesar de ello— han podido vivir en distintos países. Fue estrenado el 6 de abril de 2002 en el marco del XX Festival de Cine de Cinemateca Uruguaya. Y también se presentó en el 24° Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, Cuba.
- 2002: A pesar de Treblinka, documental dirigido por Gerardo Stawsky y producido por la Universidad ORT Uruguay. Con los testimonios de los supervivientes Chil Rajchman, Kalman Taigman y Samuel Willenberg.
Valoración
4/4 books
Testimonio de una realidad aterradora.
Guerras como la actual son espantosas. Pero hoy no basta con hablar de la responsabilidad de Alemania. Hoy es necesario hablar de la responsabilidad por el futuro de todos los pueblos y de todos los ciudadanos del mundo.Vasili Grossman
Una frase tan actual como sustituir Alemania por Rusia, por ejemplo. Lástima que después de casi un siglo sigamos en las mismas... Aunque algunos ucranianos fueron colaboracionistas de los alemanes y eso explicaría —hasta cierto punto— la manía desnazificadora de Putin. De locos.
Cuando tenía catorce o quince años leí un libro con este mismo título. No era el mismo por supuesto porque estoy hablando de los primeros años setenta del pasado siglo. Por aquella época leía todo lo que caía en mis manos sobre el tema. Muchos años después descubrí a Vasili Grossman del que he leído dos novelas fabulosas, Vida y destino y Todo fluye en 2009 y 2011 respectivamente (estas ya están perfectamente anotadas en mi lista de leídos, no así Treblinka que leí antes de iniciar dicha lista).
ResponderEliminarTomo nota del libro y de los documentales. He visitado tres campos de concentración, pero Treblinka no está entre ellos. Los que he visto son Auschwitz, Dachau y Buchenwald. Una experiencia dura, pero necesaria creo yo.
Un beso.
Treblinka era solo un campo de exterminio, quien entraba ya nunca salía. La perfecta máquina para deshacerse de los judíos —y otras etnias— a la velocidad de la luz. Todo un horror. Una vez acabado todo, casi logran hacerlo desaparecer pero la tierra escupió algunos restos y ya no pudieron negar lo que allí sucedió. Los campos que tú visitaste eran más bien de concentración, otro planteamiento aunque de consecuencias parecidas. Cuando —hace años— estuve en Berlín quise ir a ver un campo cercano pero los demás no quisieron y me quedé con las ganas. Claro que es necesario visitarlos.
EliminarEn cuanto a Grossman, esas dos obras que leiste creo que son las mejores que tiene. De hecho, la primera la comparan nada menos que con 'Guerra y paz'. Así que habrá que leerlas. Para mí este escritor ha sido otro descubrimiento.
Un beso.
Soy Anónimo, Manu Anónimo, muy buena reseña, el libro parece ilun imprescindible y la historia de ese campo de exterminio terrible creo recordar haber visto un documental sobre Treblinka.
ResponderEliminarSguro que has visto alguno, Manu anónimo, no me cabe la más mínima duda, porque se han hecho unos cuantos. Una historia terrible pero imprescindible, como tú dices. Así que ya sabes...
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